jueves, 19 de diciembre de 2019

Repaso del año 2014: nuevas amistades

Las cosas con Helena seguían bastante bien, habíamos quedado para ir juntos a la Japan Weekend de febrero donde jugaríamos nuestro primer torneo de Pokémon. Allí le presenté a Helena a RetroTrainer, con quien yo ya había hablado alguna vez. Desde un primer momento noté que había cierto tonteo de RetroTrainer con ella, y lo que más me molestó es ver cómo ella le seguía el juego. Yo me mantuve sereno a pesar de lo que llevaba por dentro, una rabia que tuve que soltar cuando Helena al final del día me preguntó si podía venirse RetroTrainer a cenar con nosotros porque estaba solo. Esto ya me lo conocía del año anterior... Y evidentemente le dije que no. ¿Su respuesta? "Es que ya le dije que no había problema". No olvidaré ese 100 montaditos en el que me tocó pedir dejándoles a solas con el sufrimiento interno que conllevaba.

Todo esto había sido unos días antes de mi cumpleaños y San Valentín. Fue al momento de despedirnos ese mismo día que Helena me preguntó por qué haríamos en San Valentín... Y no pude evitar decirle que después de lo que había pasado en ese día no pensaba que hubiese un San Valentín. Le dije que tendría que pensar bien en qué quería... Y así nos dimos un tiempo.


Nunca olvidaré aquel San Valentín, en el que una seguidora de Twitter (Amaia) decidió pasar el día entero conmigo jugando a la Xbox. Creo que puedo decir que ha sido el mejor San Valentín de toda mi vida, ya que me permitió conocerla mejor y nos reímos un montón. La verdad es que desde entonces Amaia se convirtió para mí una amiga realmente especial, alguien que espero que siga ahí muchos años más.

Mientras tanto, Helena no tardó ni 3 semanas en darse cuenta de que RetroTrainer jugaba con varias chicas a la vez y que trataba fatal a todas. Eso puso fin al tiempo que nos habíamos dado, pero mi confianza en ella ya no era la misma, y a la mínima que quedaba con algún chico me entraban ciertos celos. Aún así, vivimos algunos momentos inolvidables antes de lo que estaba por pasar...


En abril iba a ser el primer evento de manga de Extremadura. ¡Extremanga! Se hizo un grupo de WhatsApp de algunos asistentes y allí hice varios amigos entre los que se encontraba Irma. Yo organicé un torneo de Pokémon XY, el primer torneo que organizaba... Y menos mal que conté con la ayuda de Irma, porque si hubiese hecho todo yo solo no habría podido. ¡Fue un primer Extremanga inolvidable! Pero toda la alegría se vino abajo cuando volví a casa y hablé con Helena. Ella había estado a su vez en un torneo de Pokémon en Madrid y, aunque no quiso contarme nada en ese momento, allí había conocido a un chico por el que sintió algo especial. Yo no sentía nada por Irma, pero una foto que había subido de un dibujo que me había hecho ella en la mano durante el torneo (de su nombre y unos corazones) debió darle a entender a Helena que sí, y que aquel era el mejor momento para romper del todo nuestra relación. Esto fue algo que me entristeció enormemente, y hubiese sido una ruptura realmente dolorosa de no ser porque ya llevaba meses viéndose venir.


Habiendo dejado un enorme vacío en mi vida al no tener ya a Helena, en verano conocí a nuevas personas como Lucía y Arantxa. Esta última acabaría siendo mi siguiente novia, aunque por entonces sólo era una amiga con la que me lo pasaba bastante bien con cosas aparentemente tan absurdas como leer las traducciones que hacían los chinos de las cartas falsas de Pokémon. Pero nuestra relación de pareja no comenzaría hasta septiembre, en un día lluvioso el que acabaríamos besándonos casi sin darnos cuenta mientras estábamos empapados. Por desgracia, Arantxa era un poco peculiar, y no encajábamos con muchas cosas... Yo estoy acostumbrado a hablar mucho con mi pareja, y ella era más bien de hablar más ocasionalmente. Aunque creo que íbamos trabajando bien en ello y mejorando poco a poco.


En septiembre tocó nueva mudanza dentro de Mérida, ya que no estaba muy a gusto con los últimos compañeros de piso. Aquí la cosa parecía ir mejor, la habitación era bastante grande y congeniaba bastante con mis compañeros. Aunque lo que más me marcó en septiembre fue ponerme brackets. Es algo que siempre había querido, pues mis dientes delanteros cada vez estaban más superpuestos, pero nunca me atrevía. La verdad es que se pasa bastante mal, un dolor infernal. Y es una experiencia que desde luego no repetiría. Entre otras cosas porque aprendí que los dientes perfectos precisamente no son natural, lo natural es lo que ya tenía. Forzarlo a otra cosa era sufrir por estar más guapo (y gastarse un pastizal).


Como curiosidad, este año me sacaría una foto con un Sylveon al que años más tarde llegaría a conocer por la persona que estaba bajo el disfraz. Y es que el mundo es mucho más pequeño de lo que parece...





No hay comentarios:

Publicar un comentario